Aquella noche en que Keith Richards compuso `Satisfaction´

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En una habitación de un hotel de Clearwater de Florida, Keith Richards se despertó una noche. Tenía un riff que no podía sacarse de la cabeza. Era el 9 de mayo de 1965. Richards cogió la guitarra y grabó en una cinta de casete las notas soñadas y un estribillo: “I can´t get…”. Así nació “Satisfaction”, el éxito más importante de los Rolling Stones.

En una habitación de un hotel de Clearwater de Florida, Keith Richards se despertó una noche. Tenía un riff que no podía sacarse de la cabeza.
Era el 9 de mayo de 1965. Richards cogió la guitarra y grabó en una cinta de casete las notas soñadas y un estribillo: “I can´t get…”. Así nació “Satisfaction”, el éxito más importante de los Rolling Stones.

Al día siguiente, los Stones volaban hacia los estudios Chess de Chicago para grabar durante tres días. No consiguieron transformar el riff de Richards en un tema decente. Por aquel entonces, Richards consumía cocaína y speed para lograr mantenerse despierto.

Después de 14 horas de grabación lograron seis temas nuevos para “Out of Our Heads”. En ese nuevo álbum, incluyeron “Satisfaction”.

Casi todos los miembros de los Stones dijeron que era lo mejor que habían grabado hasta la fecha. Richards discrepó. Si hubiera sido por el guitarrista, “Satisfaction” no se hubiera publicado nunca. Consideraba aún demasiado básica la canción.
Sin embargo, el amenazador riff de guitarra distorsionado de Richards y la lentitud insinuante de la voz de Mick Jagger transformó el tema en un himno de los años 60: resumía la frustración sexual de la época. El 20 de agosto de 1965, la canción fue número uno en muchos de los países donde se publicó el álbum.

`Satisfaction´ fue el mayor éxito que hemos tenido nunca; y me vino de sopetón. La gente dice que escribe canciones, pero en cierto modo eres algo parecido a un médium. Tengo la sensación de que todas las canciones del mundo están flotando por ahí y tú tienes la antena”, expresa Richards.
Víctor Bockris lo relata así en “Keith Richards. Biografía desautorizada” (Globalrhytm, 2009). El libro, a caballo entre biografía y reportaje cronológico, cuenta extractos de la entrevista que el periodista y escritor consiguió con él en 1977, las entrevistas recopiladas de otras publicaciones y las declaraciones de muchos de los allegados del guitarrista de los Stones, entre ellos su ex mujer y madre de sus hijos Anita Pallenberg.

Además, atestigua los encuentros y desencuentros de los Stones con el resto de estrellas de la música de la época, The Beatles, Bob Dylan o Eric Clapton. Incluso menciona cómo un joven guitarrista negro (aún desconocido) llamado Jimmy Hendrix le arrebataba en 1966 a Richards su primera novia, Linda Keith.
Esta biografía desautorizada también tiene su interés para los mitómanos stonianos, porque pone de manifiesto que el alma mater de los Rolling Stones no es Mick Jagger, como se presupone, sino Richards. Si bien los focos siempre iluminan en los escenarios y fuera de ellos a Jagger, Bockris reúne una serie de testimonios que colocan al guitarrista de cara arrugada y pitillo en la boca como el verdadero líder del grupo, por su carisma, carácter irreverente y manera de afrontar la vida y la música.
Muestra del liderazgo de Richards es la escena que cuenta el revulsivo económico y mediático que supuso para el grupo sustituir a Eric Easton por Allen Klein como nuevo manager en 1965. Richards descartó asesoramiento legal ante las promesas millonarias de Klein y les gritó al resto del grupo: “Demos un vuelco a las cosas. Tenemos que coger a alguien que haga funcionar esto o joderlas una vez por todas”.
En el libro, también reaparecen desde los duros comienzos de los Stones en Londres, cuando los primeros integrantes del grupo dormían en la misma cama de un apartamento mugriento de Edith Grove, hasta el desenfreno de drogas, sexo y rock & roll siendo ya estrellas durante su primera gira mundial que duró cuatro años.

La biografía desvela además la fortaleza del binomio Richards-Jagger a la hora de componer, sostener y darle imagen de niños malos al grupo: “Mucha gente ha dicho que Keith Richards es los Stones. Es mucho más sutil que eso. No es posible decir que una persona es el grupo y que los demás sólo hacen de relleno”, atestigua Richards.

El último capítulo del libro, es quizás, el que resume el carácter de “lobo solitario” y “genio místico” de Richards y su manera de entender el rock.
En él, el guitarrista (y líder de los Rolling) afirmaba: “Cuando enfilas la cuesta abajo, te das cuenta de que los músicos somos una comunidad muy extraña. Ya sabes, al final en la tumba de un músico lo mejor que puede poner es `Eh, pasó el testigo´. En cierto modo, tienes la extraña sensación de que formas parte de esa extraña fraternidad de juglares y contadores de historias”.

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